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CARTA A LOS MAYORES

 

Este texto fué escrito por una pareja tras un acompañamiento haptonómico perinatal.

 

Llámame por mi nombre, me gusta oírlo de tus labios.

Mírame a los ojos cuando me hables.

Acéptame como soy: no me compares, soy como tú, un individuo único, con una forma concreta de percibir, interpretar y expresarme.

Permíteme expresarme libremente, permíteme hablar, reír, llorar... no termines mi frase, ni culmines mis trazos, ni rellenes mis dibujos.

Déjame tomar decisiones, sugiéreme y plantéame alternativas, intercambia conmigo opiniones, enséñame a ser independiente y a prescindir de ti.

 

Estimúlame para mantener despiertos mis sentidos. Necesito tu confianza y comprensión para aceptar que "no sé" o que "no puedo", así podré ganar en confianza en mí misma.

Valora mis esfuerzos más que los resultados de mis actos, así tendré ánimo para seguir adelante. No temas decepcionarme al admitir que te equivocas.

No resuelvas las cosas, porque harás de mí una desvalida. Demuéstrame más bien con tu actitud que los problemas, los riesgos, los cambios y las incertidumbres son también parte de la felicidad.

Enséñame a vivir la vida no de cualquier modo, sino con ilusión y coraje, a ser pacífica, paciente y solidaria. Enséñame que mis acciones tienen consecuencias transformadoras. Enséñame a orar, a crecer por dentro y a creer en la utopía de un mundo mejor para todos.

Con todo nuestro cariño y agradecimiento por lo vivido y compartido.

Nuria, Iñigo y Leire.

 

Esta "Carta a los mayores" es una lección de haptopuericultura, pues en ella los padres demuestran que todo lo aprendido en las sesiones de acompañamiento prenatal va a tener una continuidad tras el nacimiento del bebé y como ese bebé con la seguridad de base adquirida, "pide" a sus padres que le traten con normalidad; dejándole espacio para ser Sí-misma y poder desarrollar todas sus potencialidades, ayudada por ellos, pero sin que los padres hagan todo. Les pide simplemente que le dejen desarrollar su autonomía.

Les pide que se dirijan a él como un ser humano, reconociéndola como tal "Llámame por mi nombre... Mírame a los ojos cuando me hables" y aceptándola en su individualidad, con sus particularidades y su especial forma de ser: "Acéptame como soy: no me compares, soy como tú, un individuo único, con una forma concreta de percibir, interpretar y expresarme".

Les pide que le dejen expresarse "... libremente, permíteme hablar, reír, llorar...", y que la dejen evolucionar a su ritmo "... no termines mi frase, ni culmines mis trazos, ni rellenes mis dibujos...", de forma que él pueda "... tomar decisiones...", aunque quiere que le ayuden y participen: "... sugiéreme y plantéame alternativas, intercambia conmigo opiniones..." que la enseñen "... a ser independiente y a prescindir de ti". Les pide que de una forma confirmante le permitan pasar de ser dependiente,  'esse ex causa', de estar sujeto a su origen con las influencias determinantes que le son inherentes y que le 'causan' una existencia limitada,  a una existencia en el 'esse extra causam', es decir, a poder vivir libre de su origen y de su causa, con una existencia independiente y no limitada, que le permita su expansión completa para llegar a ser una persona, mediante el pleno desarrollo de su Yo-consciente y de su ipseidad, lo que se va a expresar por una forma de ser afectiva, abierta y sensible7,8.

Mediante confirmaciones afectivas repetidas les pide que le estimulen* "... para mantener despiertos mis sentidos". Necesita su "... confianza y comprensión para aceptar que "no sé" o que "no puedo"..." y que mediante la confrontación confirmante (confrontar con el no poder, para ayudar a poder, siempre que se sepa ayudar a poder) se le permita  "... ganar en confianza en mí misma".

A la vez confirma afectivamente a sus padres en esa difícil tarea, indicándoles que valoren "... mis esfuerzos más que los resultados de mis actos, así tendré ánimo para seguir adelante. No temas decepcionarme al admitir que te equivocas".

Aún insiste más en consejos "No resuelvas las cosas..." para evitar que llegue a ser "... una desvalida". Acepta los retos de la vida "... los problemas, los riesgos, los cambios y las incertidumbres..." porque forman parte de la vida y "... son también parte de la felicidad".

Termina haciendo un canto a la vida a la que hay que enfrentarse "... con ilusión y coraje" para llegar a ser una persona en el pleno sentido de la palabra y responsable de sus acciones que pueden tener "...  consecuencias transformadoras".

Poco podemos añadir a lo dicho por estos padres en boca de su hija. Han comprendido plenamente el sentido profundo del acompañamiento haptonómico perinatal y el importante papel de responsabilidad que han adquirido al hacerse padres. Demuestran como lo importante es el niño y su devenir hacia una personalidad psíquicamente equilibrada e independiente, que pueda vivir su vida intensa y felizmente, y no su deseo de tener un hijo "para ellos" o para satisfacer sus deseos. Es una prueba de madurez y de que el acompañamiento haptonómico perinatal no puede considerarse en ningún caso como una simple preparación al parto.

* Como hemos dicho en otras ocasiones no se trata de 'estimular' al bebé, sino de acompañarlo, ofreciéndole 'retos' que le permitan entrar en la vida con total autonomía para desarrollar íntegramente todas sus posibilidades humanas.

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