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Bebés autónomos

 

TESTIMONIO DE LA MADRE:

A mí me ha aportado amar a nuestro bebé como una persona, entender a respetarlo, aprender a entender sus reacciones ante nuestros gestos, transmitirle ánimo cuando jugábamos juntos.

He sentido que le transmitía seguridad a través de un contacto muy estrecho desde muy temprano, comunicándole un mundo exterior tranquilizador, agradable, acogedor. No tiene miedo de las novedades (nuevos sabores, no es desconfiada). Tiene autonomía, debido al diálogo, el bebé tiene su plaza, nos responde.

Veo que Marina es más curiosa que otros niños de su edad, quiere ver y observarlo todo, ella se aburre cuando está sola, le gusta estar con gente, de ese modo expresa su felicidad. Comunica a través de su mirada todas las sensaciones que percibe.

Béné
Madrid, 2001

Vemos como esta madre además de amar a su bebé aprende a respetarlo y a entender sus reacciones, lo que es importante señalar, ya que los padres que han acompañado afectivamente a sus hijos nos suelen manifestar que comprenden mejor sus peticiones y necesidades. Habla también de “... transmitirle ánimo...” y define ese contacto como un juego, con toda la seriedad del que juega:  “... cuando jugábamos juntos”.
La madre destaca también como el padre participó, implicándose en “... la llegada de un nuevo ser”. Y como “... me sentía muy a gusto con mi ‘tripa’, no me molestaba... “, incluso “...  estaba orgullosa de poder ir enseñándola”. Existe, pues, un sentimiento de completitud (koïnestesia), toda vez que una mejor aceptación de la nueva situación anatómica, que lejos de molestar o causar problemas le hace sentirse “.. a gusto...” e incluso mostrarla con orgullo de madre.
Los padres desarrollan gracias al contacto afectivo, un contacto que es ‘comunicador’, “... muy estrecho desde muy temprano...”, un sentimiento de seguridad en el bebé para que perciba “... un mundo exterior tranquilizador, agradable, acogedor”. Esa seguridad de base es la que va a permitir que el bebé no tenga “... miedo de las novedades (nuevos sabores, no es desconfiada)”. Y por ello el bebé puede adquirir su “... autonomía...” y “... debido al diálogo, el bebé tiene su plaza, nos responde”.
El bebé por su parte, se muestra como “... más curiosa que otros niños de su edad...” y “... quiere ver y observarlo todo, ella se aburre cuando está sola, le gusta estar con gente, de ese modo expresa su felicidad. Comunica a través de su mirada todas las sensaciones que percibe”. Es decir se trata de bebés más tranquilos, seguros, observadores, curiosos y sociables en los que es evidente su placer por vivir y entrar en la vida, expresan su “... felicidad ...”


TESTIMONIO DEL PADRE:

Al principio tenía grandes reticencias por el desconocimiento de la materia, y también por tener que desplazarme cada tres semanas desde Madrid a Zaragoza.
Tras la primera consulta, cambia mi forma de ver el embarazo, porque me puedo involucrar en la evolución del mismo con mi mujer.

Puntos positivos:
- Mayor involucración: ejercicios con la madre para que se sienta mejor con el embarazo y con ella misma, jugando con el bebé y enseñando a relajarse a la madre.
- La pareja como unidad, ya que al hacer los juegos, se pierde la individualidad para formar parte de un equipo de "tres".
- La reacción del bebé tras el parto: viene preparado para lo que le espera. Pide las cosas por necesidad (por supuesto llorando), pero no tiene lloro impulsivo. Aprende más deprisa cuestiones básicas: posición de cabeza, reconocimiento de los padres; se adapta muy bien a los cambios en la comida (paso del biberón a comida con cuchara, leche a salado, etc); sentarse; quiere conocer el mundo, no le asusta nada, no tiene miedo.

Luis Miguel

Las manifestaciones de la madre son corroboradas por el padre, a pesar de que “Al principio tenía grandes reticencias...”, reticencias que desaparecen tras la primera sesión, al comprender que “... me puedo involucrar en la evolución del mismo con mi mujer”. La relación afectiva permite que el padre ocupe su lugar en la paternidad, de pleno derecho, respetando el lugar de la madre y estando a su lado, juntos los dos, juntos los tres; como manifiesta en los siguientes párrafos y haciendo “... ejercicios con la madre para que se sienta mejor...”. Nos recalca esa idea al “... formar parte de un equipo de ‘tres’.
Finalmente, encontramos, de nuevo la autonomía, la seguridad de base y la socialización.
El padre llama la atención sobre la capacidad del bebé de “...reconocimiento de los padres...”, es el reflejo de la reconstrucción, tras el parto, de esa ‘tríada afectiva’ que se había forjado durante el embarazo, tríada que permite al bebé recuperar sus referencias anteriores y encontrar la misma seguridad que tuvo durante el embarazo y el parto. Este reencuentro con sus padres, expresado sutilmente en la calidad del contacto thymotáctil desarrollado por sus padres, que el bebé reconoce, permite el desarrollo de todas las facultades que componen su constelación significativa.

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