El camino del parto
El ingreso en maternidad me dejó un poco sorprendida, después de un fin de semana de sorpresas. Mi cuñada se separaba de su marido, sin una vía de solución; una niña de un año no se podía olvidar así.
La situación en el hospital era de lo más extraña para mí, ingresaba para parir y no tenía ni una sola contracción, lo de mi parto iba para largo. A las doce de la noche del día veintitrés de agosto rompí aguas y presentaba una dilatación de dos centímetros; pasé la noche tranquila; mi marido y yo seguíamos contactando al bebé.
Comencé la madrugada del día veinticuatro jugando con Guillermo y a las ocho de la mañana mi hijo comenzaba a querer salir de mi vientre. Guillermo conocía el camino pues en nuestros juegos se lo habíamos mostrado.
Guillermo nació espontáneamente el día veinticuatro de agosto de 1993 a las 11'20 de la mañana. Al minuto de nacer obtuvo un diez en el test de Apgar y obtuvo la misma puntuación a los cinco minutos de vida.
DESCRIPCIÓN DEL PARTO
El día 23 de Agosto, se me realiza un test basal tras el cual, el médico de Alto Riesgo decidió mi ingreso. El nacimiento de mi hijo se acercaba.
No tenía ningún tipo de dolor que anunciara el parto pero en el fondo de mi corazón sabía que el momento final se aproximaba; en mí no había lugar para el miedo, sólo pensaba en Guillermo.
A las doce de la noche rompí aguas y las contracciones del parto no aparecían, la dilatación tan sólo era de dos centímetros. Mi marido y yo permanecemos en contacto con el niño.
A las cinco de la mañana algo me hacia intuir que el día veinticuatro nacería nuestro hijo; pues comenzaban unas ligeras contracciones. A las ocho de la mañana aparecieron las primeras contracciones, mi esposo me ayudó poniéndome las manos en el vientre e indicándole a Guillermo cuál era el camino que debía de seguir para encontrarse con sus padres.
Eran la diez de la mañana cuando las contracciones se hicieron más intensas y frecuentes, cada tres minutos; nos decidimos avisar a la matrona que nos comunica que presento una dilatación de ocho centímetros. Sin apenas darme cuenta me encuentro en paritorios.
Mis manos en ningún momento se habían apartado de mi vientre, es decir de mi hijo.
Se me aconseja que me sujete a los barrotes de la camilla para empujar, mi respuesta no tardó en producirse: he practicado haptonomía. Mis manos estaban con mi hijo y él parecía saber cuál era el camino para abandonar esa morada que yo le había cedido durante nueve meses. El parto se produjo a las 11,20 y transcurrió normalmente sin necesidad de intervenciones médicas como fórceps, ventosas, etc.
Varias personas estaban a mi lado y pregunté por el pediatra; él se presentó y me dijo que ya conocía el problema que podía presentar mi hijo, esto me tranquilizó momentáneamente. Mi felicidad llegó cuando vi, sentí y abracé a Guillermo a quien aún no habían lavado. Entonces todos los problemas quedaron atrás; y una nueva vida comenzaba para los TRES.
Desde entonces, la palabra haptonomía forma parte de nuestras vidas…
A.I.L.H.
Zaragoza, septiembre de 1993
COMENTARIO: La madre habla del “camino del parto”, que cómo veremos en otros testimonios tiene gran importancia a la hora de facilitar el nacimiento del bebé. Abrir este camino es totalmente diferente a pujar desesperadamente en inspiración, tal como se hace en muchos partos (ver el artículo del Dr. BELAICHE*).
* Belaiche R. « Acerca de la paternidad en el contexto del acompañamiento afectivo haptonómico perinatal”. En: “El acompañamiento afectivo haptonómico desde la concepción hasta la muerte”. Ed. Jaime Robert, Zaragoza, 2003: 103-133.
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