Parto haptonómico
Mi experiencia:
"No quería ni oír hablar de la haptonomía. Había leído un par de artículos y me aterraba la idea de que se pudiese hacer daño al bebé con este método. Más aún cuando la frase "no se ha podido demostrar si este método es perjudicial o no para el feto" abundaba en estos escritos. Mi ginecólogo me dijo desde la primera consulta que me equivocaba en mi forma de pensar, pero me dio libertad de elección. Mi embarazo fue muy duro. Tuve que guardar reposo hasta el final de la gestación por estar en continua amenaza de aborto al principio y después en amenaza de parto prematuro. Nadie en ningún momento me aseguraba que mi hijo viviría. Yo me desesperaba. Sola la mayor parte del día, sin apenas moverme, cuidando un bebé que ni siquiera sabía si seguía vivo desde la última ecografía. Sobre el 5º mes de gestación el ginecólogo volvió a hablarme de la haptonomía e insistió sobre los beneficios de la comunicación que se establecía entre la madre y el hijo. Fue entonces cuando aferrándome a un clavo ardiendo decidí probar. La primera sesión me desilusionó un poco porque el bebé no reaccionó. Sin embargo en las siguientes sesiones la reacción fue impresionante. Sin duda la haptonomía nos presentó a nuestro hijo. Desde ese momento mi marido y yo empezamos a conocerle y a comunicarnos con él. No me volvieron a importar las dificultades ni los problemas del embarazo porque sabía que ya no luchaba sola. Él me transmitía sus ganas de vivir. Incluso fue él quien me advirtió que algo no iba bien cuando dejó de reaccionar con los juegos de haptonomía que le proponía. Tras una exitosa cesárea y tras 37 semanas de gestación pude tener por fin a mi hijo en brazos. Lo más curioso es que él y yo ya nos conocíamos. Además reconocía los juegos y movimientos que habíamos practicado cada día durante el embarazo, exigiendo incluso su tiempo de contacto haptonómico. Nunca podremos agradecer lo suficiente a nuestro médico su profesionalidad, su humanidad y su entrega. Sin embargo para mí lo más importante fue que me guiase hasta mi hijo y me ayudase a establecer con él una comunicación tan íntima y vital que nos ha dejado a ambos una huella eterna."
A.G.M.
COMENTARIO: Este testimonio es interesante pues muestra varios aspectos importantes en el acompañamiento haptonómico.
En primer lugar la madre hace referencia a algunos artículos que ponen en duda la inocuidad de la Haptonomía. Estos artículos están escritos por “pseudocientíficos expertos” que pasean su ignorancia y establecen cátedra en publicaciones de gran difusión. Este proceder es anticientífico e irresponsable. Emitir juicios de valor y opiniones sobre lo que se desconoce es frecuente en nuestra cultura. Vemos con preocupación cómo en internet, tertulias de radio, televisión y en artículos o entrevistas de prensa hablan “expertos sin experiencia” que emiten opiniones no fundadas en el conocimiento, ni en la investigación. Como en estos casos se cuenta con “profesionales” que muestran su poca profesionalidad. Por el contrario los auténticos expertos siguen relegados al ostracismo, y trabajan en silencio en sus laboratorios y centros de trabajo, avanzando lento, pero seguros, sin alardes. Nunca son invitados a estos acontecimientos informativos, y cuando lo son, son relegados a horarios de baja audiencia o a revistas de poca tirada y la mayoría de las veces en las páginas más ocultas. Los errores de la Historia se repiten con frecuencia exasperante. El consuelo es que otros, antes, pasaron por lo mismo: Galileo, Miguel Servet... y a veces pagaron su osadía con su vida.
Estos “científicos” hablan de “método”, desconociendo que el acompañamiento haptonómico no es un método, ni una técnica, pues se trata de una ciencia fenómeno-empírica. Esta madre, en su escrito, muestra bien como no se trata de un método, sino de algo más íntimo y personal.
Es de destacar la libertad que tienen los padres de decidir entre seguir un acompañamiento o no, una vez informados de forma clara y veraz: "Mi ginecólogo me dijo desde la primera consulta que me equivocaba en mi forma de pensar, pero me dio libertad de elección”. Se trata de una clara aplicación de la ética y deontología que presiden toda actuación haptonómica. No se trata de imponer un acompañamiento, sino de proponer.
El embarazo fue calificado de alto riesgo, los antecedentes y la propia evolución del mismo con amenaza de aborto y de parto prematuro, obligaron a un reposo importante y a la administración de medicaciones preventivas del parto prematuro. En lugar de optar por el reposo absoluto, se inició desde el quinto mes un acompañamiento haptonómico confiando en que el cambio de tono específico del contacto thymotáctil propio de la Haptonomía modificaría la tensión uterina, permitiría un mejor intercambio placentario y sobre todo tendría un efecto favorable en la disminución de la angustia y la ansiedad de los padres y del bebé, que confirmado afectivamente podría evitar la implantación de engramas negativos en su memoria a largo plazo, que podrían ser nocivos en épocas posteriores. Hoy es sabido que la ansiedad materna provoca una disminución del flujo sanguíneo que llega a la placenta, y por lo tanto ensombrece el pronóstico de un bebé atrapado en un embarazo complicado. ”Mi embarazo fue muy duro. Tuve que guardar reposo hasta el final de la gestación por estar en continua amenaza de aborto al principio y después en amenaza de parto prematuro. Nadie en ningún momento me aseguraba que mi hijo viviría. Yo me desesperaba. Sola la mayor parte del día, sin apenas moverme, cuidando un bebé que ni siquiera sabía si seguía vivo desde la última ecografía. Sobre el 5º mes de gestación el ginecólogo volvió a hablarme de la Haptonomía e insistió sobre los beneficios de la comunicación que se establecía entre la madre y el hijo”.
Una vez iniciadas las sesiones las dificultades disminuyen notablemente, dando a los padres un arma de lucha positiva. ”Fue entonces cuando aferrándome a un clavo ardiendo decidí probar. La primera sesión me desilusionó un poco porque el bebé no reaccionó. Sin embargo en las siguientes sesiones la reacción fue impresionante. Sin duda la Haptonomía nos presentó a nuestro hijo. Desde ese momento mi marido y yo empezamos a conocerle y a comunicarnos con él”.
Los padres se comunican con su hijo y no les volvieron “a importar las dificultades ni los problemas del embarazo porque sabía que ya no luchaba sola”. La madre siente y resiente que es el bebé el que se manifiesta en la comunicación afectiva y le “transmitía sus ganas de vivir”. Es lo que nosotros llamamos “bebé terapéutico”. Es decir los beneficios del acompañamiento son recíprocos, el bebé se beneficia y a la vez beneficia a sus padres mediante la activación de la “libido vitalis” y de la “intencionalidad vital”, a las que se hacen múltiples referencias en esta obra.
El bebé así acompañado desarrolla su seguridad de base y su confirmación afectiva, bases de su autonomía y de una inteligencia de base, especialmente relacionada con la supervivencia: “Incluso fue él quien me advirtió que algo no iba bien cuando dejó de reaccionar con los juegos de haptonomía que le proponía”.
A pesar de la seriedad que impone el acompañamiento haptonómico, éste se desarrolla en el placer, en la delectación de la relación afectiva entre los humanos, por ello la madre habla de “juegos”. No olvidemos que no hay nada más serio que un niño jugando. El juego en el niño desempeña un papel importante en su desarrollo psicomotor, así lo estudiamos y así es. Sin embargo, en nuestro mundo llenamos a nuestros hijos de actividades extraescolares, de “estimulaciones”, de compromisos y complicaciones. Los propios niños se quejan amargamente de que no tienen tiempo para jugar. ¿Hay algo más estimulante para un niño que jugar?.
El bebé nació tras una cesárea indicada en la semana 37 al observar disminución del líquido amniótico, de su perfil biofísico (técnica ecográfica que se utiliza para valorar la vitalidad del bebé) y de los tests basales (técnica que consiste en grabar el registro del corazón fetal y de las contracciones uterinas durante media hora en condiciones basales, es decir sin haberse iniciado el parto y que nos permite conocer el grado de reserva respiratoria fetal, o lo que es lo mismo su estado, una vez estudiadas las características del registro del latido cardíaco y las variaciones producidas en él por los movimientos fetales y por las contracciones, si las hubiera).
La cesárea (con anestesia peridural) se practica en condiciones haptonómicas, es decir, de forma que la madre puede permanecer conscientemente con su hijo y con su obstetra, condiciones que les permiten aumentar y consolidar su seguridad interna o de base, dejando de ser meros pacientes sometidos a una técnica quirúrgica para pasar a ser artífices del acontecimiento que se desarrolla. De esta forma, ni la madre, ni el bebé son abandonados a su suerte, sino que permanecen en comunicación afectiva entre ellos y con el entorno que deja de ser hostil. Es la culminación de un acompañamiento haptonómico prenatal, y como no podría ser de otra manera, eso cuenta también en la situación quirúrgica, en todo momento la comunicación afectiva entre los padres y el obstetra que interviene permanece, y el acto técnico-quirúrgico se transforma así en un acto de confirmación afectiva que asegura a padres e hijo, evitando la ansiedad y la angustia del momento y colocando a madre e hijo en la mejor de las situaciones posibles. Los instrumentos quirúrgicos son manipulados con firmeza tierna y delicada, el cuerpo de la madre no es tratado como un objeto, se sobrepasa lo meramente corporal, para entrar en contacto con la persona, con su corporalidad animada. El bebé es finalmente extraído del seno materno por unas manos tiernas que le acogen y le dan la mejor de las bienvenidas al entregarlo inmediatamente a su madre que le acoge en su seno. El paso de la situación intraútero, a pesar de la situación invasiva del acto quirúrgico, se hace de la forma menos traumática posible, de forma que la transición de la vida intrauterina a la vida aérea se hace sin interrupción de la relación afectiva.
Las consecuencias en la evitación de engramas negativos es evidente. La cesárea ya no se vive como un “trauma” o un fracaso sino como un “éxito” en la culminación de un embarazo difícil. “Tras una exitosa cesárea y tras 37 semanas de gestación pude tener por fin a mi hijo en brazos”.
La madre nos comenta como el bebé, una vez nacido, guarda memoria de lo sucedido anteriormente. No se trata del encuentro de dos desconocidos que se ven por primera vez, sino del reencuentro de dos seres humanos (y aquí podemos incluir al padre) que ya se conocen, que ya tienen una historia en común (“...él y yo ya nos conocíamos.). Esto significa mucho para el bebé que ha cambiado radicalmente su forma de vida, ha pasado de la cálida seguridad de las aguas a la vida aérea, de una cierta ingravidez a la gravedad que le aplasta contra la cuna, de la unión quasi simbiótica con su madre a la separación y a las largas horas de soledad (no hay que olvidar que el tiempo pasa muy despacio para el bebé recién nacido). Este reencontrarse con los seres que le han confirmado afectivamente durante el embarazo y el parto, le supone saber que no está solo en este nuevo mundo, que las mismas personas que le han acompañado antes siguen disponibles. ”Lo más curioso es que además reconocía los juegos y movimientos que habíamos practicado cada día durante el embarazo, exigiendo incluso su tiempo de contacto haptonómico”. El bebé muestra sus gustos y preferencias para cada uno de los juegos que se propusieron a los padres durante el acompañamiento, evoca esas vivencias que ha engramado fuerte y positivamente en su interior, vivencias que han experimentado los padres y su hijo o hija en la intimidad, en la comunicación afectiva y confirmante establecidas gracias al contacto thymotáctil. Y como casi todos los bebés acompañados, una vez nacidos, desean reencontrarse con sus padres a la misma hora “exigiendo incluso su tiempo de contacto haptonómico”. E l reconocer en las manos de los padres la misma calidad de contacto afectivo le sirve para reconstruir su tríada afectiva, tal como la conocía antes de nacer. Esta reconstrucción le aporta un sentimiento de seguridad, que unido a la seguridad de base que ya tenía le permite vivir en autonomía y comenzar a desarrollar todo su potencial humano inscrito en su constelación significativa, le permite en definitiva poner en marcha su vis vitalis con toda la fuerza de la que dispone.
Lo importante para estos padres es haber establecido con su hijo “una comunicación tan íntima y vital que nos ha dejado a ambos una huella eterna”. Y cómo esa huella (ese engrama positivo) queda permanentemente grabado en la memoria a largo plazo del niño, lo que tendrá una importancia capital en el desarrollo de su personalidad y en su equilibrio psíquico, emocional y afectivo, constituyendo como nos dice Catherine DOLTO* una auténtica prevención.
Finalmente queremos destacar la calidad humana del hacer profesional que se consigue desde el acompañamiento haptonómico. El profesional que aplica el contacto haptonómico en su quehacer profesional humaniza su asistencia. ”Nunca podremos agradecer lo suficiente a nuestro médico su profesionalidad, su humanidad y su entrega. Sin embargo para mí lo más importante fue que me guiase hasta mi hijo y me ayudase a establecer con él una comunicación tan íntima y vital que nos ha dejado a ambos una huella eterna”.
* Dolto C. “La haptonomía perinatal, educación precoz”. En: “El acompañamiento afectivo haptonómico desde la concepción hasta la muerte. Ed. Jaime Robert, Zaragoza, 2003: 81-102.
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