Web oficial de la Fundación de la Haptonomía - C.I.R.D.H. (Centro Internacional de Investigación y Desarrollo de la Haptonomía). CONTACTO

Vencer la angustia por malformación

 

INFLUENCIA DEL ACOMPAÑAMIENTO HAPTONÓMICO PRENATAL EN LOS EMBARAZOS QUE CURSAN CON PROBLEMAS DE ANSIEDAD O DE ANGUSTIA.

 

El acompañamiento haptonómico prenatal ofrece muy buenos resultados en los embarazos normales, lo que es de gran importancia, pero hemos podido constatar que en los embarazos con alteraciones, proporciona una ayuda preciosa para la pareja y para el bebé. Los problemas, durante el tiempo del embarazo, son vividos de forma muy angustiosa, y sabemos bien que dejan engramas negativos para el bebé, engramas que van a influenciar, por supuesto, su porvenir.

Hemos acompañado a parejas con problemas, y, al principio, lo hacíamos con mucha vacilación, pero no sin placer, a medida que constatábamos el cambio de comportamiento de los padres, y las reacciones positivas de los bebés. Hemos obtenido resultados tan sorprendentes como tranquilizadores.

Se trata de gestaciones no aceptadas a causa de un sentimiento de culpabilidad, ligado a un aborto voluntario anterior, o de embarazos con malformaciones graves, o de probabilidades de malformación que finalmente no se confirmaron. Puede tratarse, también, de mujeres abandonadas por su marido, de mujeres con depresiones más o menos graves, de amenazas de parto prematuro, etc.

Les puedo asegurar que al principio, yo tenía miedo de emprender semejante trabajo. Pero a medida que el contacto afectivo, de ternura, se establecía con el bebé, los problemas se diluían y era el propio bebé el que nos facilitaba el trabajo. Es lo que Catherine DOLTO llama el fenómeno del “bebé terapeuta”3, fenómeno de gran importancia, y que nos muestra, una vez más, que el bebé participa activamente en el proceso del embarazo. Éste en un trabajo difícil, delicado, para el que se requiere gran experiencia terapéutica, y que nos muestra un aspecto del acercamiento haptonómico de la mayor importancia. El establecimiento del contacto afectivo-confirmante, propio de la haptonomía, como señala Frans VELDMAN4, conduce a la confirmación existencial que es la base del desarrollo de la personalidad del niño acompañado, gracias a lo que el bebé puede desarrollar al máximo sus propias posibilidades.

Como ejemplo incluimos el testimonio de una madre a cuyo bebé se diagnosticó, por ecografía, una atresia esofágica y un polihidramnios.

 

Un caso de angustia por sospecha de malformación congénita.

 

“Soy Ana Isabel y desearía haceros partícipes de los miedos, angustias y alegrías vividas en el embarazo de mi hijo Guillermo.

 Mi situación económica y social no presenta ningún tipo de problemas debido a que mi marido y yo trabajamos. Si pudiese existir alguna laguna era en el terreno emocional. Mi esposo no era tajante en el planteamiento de un hijo, pero si que existían dudas en cuanto al momento más adecuado.

 El quedarme embarazada no presentó ningún tipo de problema, ni físico ni psicológico, puesto que ambos deseábamos un hijo. El día veintidós de noviembre de 1992 fue mi ultima regla; mi deseo de ser madre comenzaba.

 Asistí a la primera consulta ginecológica en la Seguridad Social el día treinta y uno de diciembre de 1992, mi bebé tenia cinco semanas de vida. En esta consulta se me cita para una ecografía el día doce de febrero de 1993.

 No recuerdo cuál fue la cena del día de Nochevieja debido a que a las 23,45 mi padre salía en una UVIMOBIL de los bomberos con dirección al hospital por haber perdido el conocimiento; horas más tarde regresaba a casa tras diagnosticársele un pinzamiento en uno de los testículos.

 Fue el primer disgusto; pero no sería el último.

 En la primera ecografía realizada se observó una cantidad inusual de líquido amniótico, por lo que me realizan otra ecografía al día siguiente que es considerada como normal.

  Más adelante, me realizan una nueva ecografía cuyo resultado queda reflejado en la Cartilla Sanitaria del Embarazo, de este informe no se me da ningún tipo de explicación por parte de la ginecóloga que controla mi embarazo.

De regreso a casa comienzo a leer el informe, encontrándome la palabra ATRESIA ESOFÁGICA (ausencia de una parte del esófago, generalmente unida a otras malformaciones) subrayada en rojo.

   ¿Qué era una atresia?, ¿por qué no se me había dicho nada en la consulta?. En una enciclopedia busqué el significado de la palabra atresia y qué consecuencias podría tener en el desarrollo de mi hijo, pero esto no bastaba, quería saber más.

 Una vez informada de la probabilidad de esta malformación, la desesperación, la angustia y el miedo aparecieron, sentimientos que compartía con mi marido. Resultaba muy difícil esperar a este primer hijo, a pesar de que todo había funcionado bien hasta este momento.

Después de un fin de semana de angustia y de cábalas me puse en contacto con la inspección de la Seguridad Social para solicitar las aclaraciones oportunas tanto a la ginecóloga como al ecografista. A pesar de esto y antes de hablar con estos doctores creí conveniente buscar la opinión de otro u otros doctores; así es como entró en mi vida y en la de mi hijo un obstetra de mi ciudad.

En primer lugar él nos tranquilizó a la vez que nos informó con todo detalle de qué era una atresia y qué consecuencias podía tener en mi hijo. Los exámenes médicos no eran concluyentes sobre si existía o no existía esa atresia, lo que sí era cierto es que debido a mi avanzado estado de gestación no quería abortar. ¿Podían nuestras dudas, temores y angustias afectar negativamente al bebé?.

Quiero destacar la importancia que tuvo para mi tranquilidad el poder hablar claramente de mi problema con un especialista, quien me expuso la cruda realidad y a quien podía manifestar abiertamente mis temores. Los demás especialistas que se ocuparon de mi caso rehuían cualquier explicación, lo que aumentaba mi angustia.

Nos abrió la puerta de una nueva ciencia, de la que no conocíamos ni el nombre, una palabra entró en mi vida; en la de mi marido y en la de nuestro hijo: ¡HAPTONOMÍA!. Tras haber reflexionado, en casa, con mi marido, decidimos hacer una primera sesión de acompañamiento.

La primera toma de contacto con mi hijo a través de la haptonomía fue maravillosa, ¿cómo era posible que mi hijo respondiera a esas invitaciones afectivas, y me invadiese esa extraña sensación de placidez y de sosiego?. Esto nos hacía olvidar los posibles problemas que nuestro hijo pudiese tener. Nuestro hijo y nosotros nos queríamos y éramos capaces de demostrárnoslo.

¿Cómo era posible que conforme avanzáramos en nues­tros contactos nos  sintiéramos más unidos al bebé, más felices?. La palabra ” atresia”  sonaba lejana.

Los juegos y el afecto entraron en la vida de los tres, ¿cómo era posible que nuestro hijo nos mostrase tanto cariño?, ¿cómo un ser tan diminuto podía darnos tantos momentos de felicidad?.

Los días transcurrían entre juegos y movimientos de arriba y abajo, entre izquierda y derecha; las visitas se seguían sucediendo en la consulta de Alto Riesgo de la Seguridad Social, las esperas se hacían cortas con los juegos y los “diálogos” con nuestro hijo.

No existían problemas familiares en mi casa, pero esto no quiere decir que no me fueran ajenos los que hubiera en casa de mis padres y de mi hermana.

 Mi hermana tiene un hijo con un retraso mental debido a una falta de oxígeno al nacer, actualmente tiene una edad de siete años, pero con una edad mental de un niño de tres; esto me causaba preocupación sobre lo que le podría suceder a mi hijo en el momento del parto.

En épocas de crisis las circunstancias son duras para todos, y más para las personas que poseen un negocio propio. Por diversas causas mi hermana vendió su piso e hipotecó el de mis padres con lo cual no sólo arruinó su casa sino que en su caída estaba arrastrando a mis padres.

Mis padres ya sufrían demasiado con la situación económica de mi hermana y de mi sobrino como para contarles los malos momentos por los que atravesé.

¿Cómo explicar mi paso a la consulta de Alto Riesgo y mi primer ingreso en maternidad para una amniocentesis?. Tres días estuve ingresada, ¡cuánto cariño y cuánto consuelo me dió mi hijo Guillermo!. Mientras, le explicaba a Guillermo que era una prueba que nos debían hacer y que no sufriríamos ni él, ni yo; el afecto nos unía.

Después de esperar con inquietud el resultado de esta prueba, el cultivo celular no había crecido,  tendría que realizarse otra amniocentesis. No estaba dispuesta a pasar otros tres días en el hospital y además ya sólo quedaban siete semanas para el nacimiento de mi hijo, ¡qué más daba ya la confirmación o la negación de la atresia!, Guillermo era feliz, me quería y cada día era más intensa y palpable la relación que existía entre los dos.

Con la condición de no permanecer ingresada me sometí a la segunda amniocentesis. Esta vez el cultivo creció pero más hubiese valido que no lo hubiera hecho, pues al escuchar que existía una anomalía citogenética en el par nueve la angustia y la preocupación volvieron a mí. ¿En qué consistía la anomalía y cómo afectaba a mi hijo?. El haptoterapeuta volvió en mi ayuda y en la de mi hijo y de nuevo la palabra mágica: HAPTONOMÍA.

Las consultas en Alto Riesgo se hacían más frecuentes y los tests basales también; el embarazo estaba a punto de concluir y las ganas de ver y de tocar a mi hijo  Guillermo aumentaban cada día.

El ingreso en maternidad me dejó un poco sorprendida, después de un fin de semana de sorpresas. Mi cuñada se separaba de su marido, sin una vía de solución; una niña de un año no se podía olvidar así.

La situación en el hospital era de lo más extraña para mí,  ingresaba para parir y no tenía ni una sola contracción,  lo de mi parto iba para largo. A las doce de la noche del día veintitrés de agosto rompí aguas y presentaba una dilatación de dos centímetros; pasé la noche tranquila; mi marido y yo seguíamos contactando al bebé.

Comencé la madrugada del día veinticuatro jugando con Guillermo y a las ocho de la mañana mi  hijo comenzaba a querer  salir de mi vientre. Guillermo conocía el camino pues en nuestros juegos  se lo habíamos mostrado.

Guillermo nació espontáneamente el día veinticuatro de agosto de 1993 a las 11'20 de la mañana. Al minuto de nacer obtuvo un diez en el test de Apgar y obtuvo la misma puntuación a los cinco minutos de vida. La atresia quedó en un simple susto.

La palabra HAPTONOMÍA pasó a formar parte de mi vida y de la de mi hijo.

 

DESCRIPCIÓN DEL PARTO

 

El día 23 de Agosto, se me realiza un test basal tras el cual, el médico de Alto Riesgo decidió mi ingreso. El nacimiento de mi hijo se acercaba.

No tenía ningún tipo de dolor que anunciara el parto pero en el fondo de mi corazón sabía que el momento final se aproximaba; en mí no había lugar para el miedo, sólo pensaba en Guillermo.

A las doce de la noche rompí aguas y las contracciones del parto no aparecían, la dilatación tan sólo era de dos centímetros. Mi marido y yo permanecemos en contacto con el niño.

A las cinco de la mañana algo me hacia intuir que el día veinticuatro nacería nuestro hijo; pues comenzaban unas ligeras contracciones. A las ocho de la mañana aparecieron las primeras contracciones, mi esposo me ayudó poniéndome las manos en el vientre e indicándole a Guillermo cuál era el camino que debía de seguir para encontrarse con sus padres.

Eran la diez de la mañana cuando las contracciones se hicieron más intensas y frecuentes, cada tres minutos; nos decidimos avisar a la matrona  que nos comunica que presento una dilatación de ocho centímetros. Sin apenas darme cuenta me encuentro en paritorios.

Mis manos en ningún momento se habían apartado de mi vientre, es decir de mi hijo.

Se me aconseja que me sujete a los barrotes de la camilla para empujar, mi respuesta no tardó en producirse: he practicado haptonomía. Mis manos estaban con mi hijo y él parecía saber cuál era el camino para abandonar esa morada que yo le había cedido durante nueve meses. El parto se produjo a las 11,20 y transcurrió normalmente sin necesidad de intervenciones médicas como fórceps, ventosas, etc.

Varias personas estaban a mi lado y pregunté por el pediatra; él se presentó y me dijo que ya conocía el problema que podía presentar mi hijo, esto me tranquilizó momentáneamente. Mi felicidad llegó cuando vi, sentí y abracé a Guillermo a quien aún no habían lavado. Entonces todos los problemas quedaron atrás; y una nueva vida comenzaba para los TRES.

Desde entonces, la palabra haptonomía forma parte de nuestras vidas…

 

A.I.L.H.

Zaragoza, septiembre de 1993”

 

Es muy importante aclarar, aquí, cómo la madre ha sentido que el bebé podía ayudarla, ella lo explica de forma tocante y precisa. Y cómo el contacto afectivo puede disminuir notablemente la angustia de los padres y del bebé y les ayuda a no someterse a una exploración médico-técnica determinada.

También queremos destacar cómo en el curso de una sesión de acompañamiento haptonómico se puede abordar con claridad cualquier problema que angustia a los padres, y cómo esta transparencia, muchas veces omitida en las consultas médicas para no “dañarles”, facilita su integración en el proceso en lugar de crearles más dudas y por ende más ansiedad; lo que permite a los padres ocuparse de lo importante: del bienestar afectivo de su hijo. Proceso éste que en definitiva lleva a que el propio bebé sea quien sostiene a sus padres. ¡Es la magia del afecto!.

La madre habla del “camino del parto”, que cómo veremos en otros testimonios tiene gran importancia a la hora de facilitar el nacimiento del bebé. Abrir este camino es totalmente diferente a pujar desesperadamente en inspiración, tal como se hace en muchos partos (ver artículo de Dr. BELAICHE*).

* R. BELAICHE: "Contacto psicotáctil y acompañamiento haptonómico en el momento del nacimiento". En: El acompañamiento afectivo haptonómico desde la concepción hasta la muerte". Ed. Jaime Robert, Zaragoza, 2003: 199-212.

Copyright © 2024 Haptonomía. Todos los derechos reservados.

Diseño Web Iniziativas - Registro dominios guidom