ACOMPAÑAMIENTO PRENATAL Y DUELO TRAS LA MUERTE DE UN BEBÉ ANTERIOR.
TESTIMONIO DE LA MADRE.
¡Ya sabemos que está aquí! La presencia de una nueva vida es emocionante. ¡Vamos a ser padres! Éste era el acontecimiento más importante de nuestra vida y no queríamos vivirlo como una cosa más, queríamos que fuera realmente especial. Habíamos oído hablar de la haptonomía a unos amigos nuestros cuando esperaban a su hijo y nos llamó mucho la atención. En aquel momento no sabíamos lo que esa extraña palabra nos iba a llenar.
Ese momento del día en el que jugábamos los tres se convirtió en el centro del día. Era realmente fantástico poder comunicarse con él de esa manera. Su presencia era muy real. Crecía, pero no era sólo algo físico. Aprendíamos a conocernos, aprendíamos a querernos. Papá no era un simple espectador; mamá no era un simple recipiente; el bebé no era un simple huevo creciendo. No importaba lo extraño que sonara cuando lo contabas, ni que te miraran con cara de escepticismo. Funcionaba. Realmente nos entendíamos y cada uno de los tres llegaba al corazón de los otros.
Cuando ya estaba todo preparado para recibirlo, murió. Su ausencia era más dolorosa porque ponía de manifiesto lo que no íbamos a poder recibir, lo que no íbamos a poder darle a partir de ese momento. El consuelo era mayor cuando pensábamos en todo lo que habíamos recibido de él y en todo el cariño que le habíamos dado. Esos momentos de juego estarán siempre en nuestros corazones y en nuestras manos.
Pronto estábamos esperando otro bebé. Fue una experiencia dura. Pero entrar en contacto con él nos hacía más conscientes de esa nueva vida, de su propia personalidad, de sus preferencias y sus gustos. El momento del día en que jugábamos los tres siguió siendo especial. Su nacimiento fue especial. Allí estaban todas nuestras manos dispuestas a estrecharlo como ya lo habíamos hecho antes de nacer.
Seguir con la haptonomía después de su nacimiento nos ha dado la oportunidad de verlo como una persona llena de posibilidades. Está aquí y marca su estilo y su ritmo. Todo el mundo que lo rodea está al alcance de sus sentidos. Es un conquistador nato y sabe muy bien lo que hacer para captar la atención de aquel que le interese en un momento dado. Tiene unos grandes ojos por los que puedes ver lo fantástico que es este mundo y una gran sonrisa que te llena el corazón. Eso sí, sigue llevándote la contraria como cuando jugábamos antes de nacer, y sigue calmándose cuando lo abrazas y lo acaricias con las manos.
Algunos dirán que es su carácter, que es de buena pasta... y es verdad, pero pensamos que la haptonomía ha desarrollado mucho todo su potencial físico, intelectual y afectivo.
La haptonomía nos ha ayudado y nos sigue ayudando. Pero es mucho más que un remedio, porque implica de alguna manera toda nuestra vida. La capacidad para sentir y transmitir afecto llega por todos los poros de nuestra piel. El tacto es el primer sentido con el que nos enfrentamos al mundo y con el que entramos en comunicación con él. Al principio creía que el hombre era el animal más desvalido de la naturaleza al nacer; pero ver como nuestros hijos se superaban a sí mismos en nuevos retos acompañados por nuestras manos me ha dado el convencimiento de que la capacidad de aprendizaje del hombre es tan grande que no es realmente cierto que seamos tan desvalidos. El afecto es lo que nos hace realmente personas.
Esta es la experiencia más valiosa que tengo.
J.B.A.
TESTIMONIO DEL PADRE.
¡Hola! Me llamo Juan Francisco. Estoy casado con Judith y somos padres de Juan, de un año. Hace casi tres años y, tras estabilizarse mi situación laboral, decidimos tener un hijo. El deseo existía desde mucho antes, pero esperamos hasta reunir las condiciones que considerábamos necesarias.
Habíamos oído hablar de cierto obstetra y de los ejercicios que enseñaba durante el embarazo. A mí me quedó la idea de la comunicación entre padres e hijo, el estímulo y la respuesta. Nos pareció interesante y, cuando confirmamos el embarazo de Judith, comenzamos las consultas
En su momento, el doctor nos habló de la Haptonomía. Mi impresión entonces fue muy distinta a mi idea inicial. La afectividad como fuerza, el cuerpo como transmisor.
Sigo sin entenderlo y me resulta imposible explicarlo, pero aún recuerdo la emoción de entrar en contacto con nuestro hijo. No soy muy amigo de las actividades periódicas, me suponen un esfuerzo, pero reservamos un momento del día para jugar los tres y el estímulo – respuesta dejó paso a una corriente afectiva en los dos sentidos.
No puedo describir la ilusión con que acompañábamos el desarrollo de nuestro hijo y preparábamos su nacimiento. Tampoco puedo describir la sensación al ver su pequeño corazoncito parado para siempre. Murió tras 39 semanas de vida intrauterina.
En una situación así, ciertas cosas que pueden suponer un alivio a corto plazo son perjudiciales a largo plazo y viceversa. La Haptonomía pertenece, para mí, al segundo grupo. La conexión afectiva establecida hizo más dolorosa su pérdida, pero nos dejó un recuerdo muy cercano a él y la satisfacción de haberle transmitido todo nuestro cariño.
Juan nació aproximadamente un año después. La ilusión con que lo esperamos estuvo siempre matizada por escepticismo, como defensa emocional. Entiendo que esto influyó en nuestros contactos afectivos. Su respuesta fue, también, diferente. Hoy, lo achacaría, fundamentalmente, a rasgos de su personalidad.
¿Qué puede decir un padre de su hijo sin dejarse llevar por las emociones? ¿Cuál es el efecto de la Haptonomía en su carácter y en nuestra interrelación? Sólo sé que continuamos dándonos afecto mutuamente y, a veces, no siento que seamos dos seres distintos.
COMENTARIO: Esta pareja afronta un nuevo embarazo tras el fallecimiento de su primer bebé a las 39 semanas de gestación. La gestación no era de riesgo y el control del embarazo no presentó ninguna alteración que hiciera sospechar el fatal desenlace. Los estudios post-mortem realizados no demostraron la causa del óbito. El segundo embarazo se desarrolló con absoluta normalidad, a excepción de una diabetes gestacional, que no se había manifestado en el primero.
La madre habla de la participación del padre, quien “...no era un mero espectador...”, cómo ella misma no vivía su útero como una formación anatómica, o un músculo, sino como un regazo acogedor “... mamá no era un simple recipiente...” y cómo el bebé era algo más que “... un simple huevo creciendo...”. Esto es lo importante del acompañamiento afectivo haptonómico prenatal: la participación activa del padre y de la madre, el sentimiento de un útero lleno de vida, de un regazo de ternura donde el bebé se puede instalar confortablemente y puede vivir la felicidad de la tríada afectiva.
Destaca también la dificultad de transmitir sus sentimientos a otras personas que “... miraban con cara de escepticismo...”. Lo que le importa es que “... funcionaba...” y lo que funcionaba era el entendimiento entre los tres.
El fallecimiento fue vivido con el lógico dolor, pero con gran serenidad. También en estos casos el acompañamiento haptonómico del haptoterapeuta es eficaz y permite iniciar tempranamente el duelo, duelo que es necesario y que si no se realiza puede tener influencias negativas para otras gestaciones. A pesar de lo doloroso de la situación le consuela el pensar “... en todo lo que habíamos recibido de él y en todo el cariño que le habíamos dado...”. Este sentimiento es compartido por el padre, quien lo manifiesta muy gráficamente: “La conexión afectiva establecida hizo más dolorosa su pérdida, pero nos dejó un recuerdo muy cercano a él y la satisfacción de haberle transmitido todo nuestro cariño”.
En la segunda gestación y esto es muy importante no buscan un sustituto del bebé perdido, sino que reconocen al nuevo con sus propias características, cada bebé tiene una tipología distinta y es imprescindible respetar la individualidad de cada ser para que éste pueda desarrollarse íntegramente.
Sus grandes ojos son muestra de la especial presencia que muestran los bebés acompañados como demostró la Dra. Catherine GUEGUEN en su conferencia del Tercer Congreso Internacional de Haptonomía celebrado en Montpellier en noviembre de 2000: “L’enfant accompagné en haptonomie: suivi à un an”*. Y cómo estos bebés acompañados desarrollan “... todo su potencial físico, intelectual y afectivo...”.
Por su parte el padre nos muestra cómo su idea inicial de la haptonomía evoluciona a lo largo del acompañamiento, y cómo es incapaz de explicarlo, hasta el punto de que “... sigo sin entenderlo...”, pero lo que le importa es: “... la emoción de entrar en contacto con nuestro hijo...”.
* Gueguen C. L’enfant accompagné en haptonomie: suivi à un an. Actas del Tercer Congreso de Haptonomía celebrado en Montpellier en noviembre de 2000. Présence Haptonomique dans la science, les arts et la culture 2000; 6: 103-112
Copyright © 2024 Haptonomía. Todos los derechos reservados.
Diseño Web Iniziativas - Registro dominios guidom