Acompañamiento perinatal en soledad
Tengo dos hijas, una de dos años y medio y otra de catorce meses, y como suele suceder, ni los embarazos, ni las crianzas han sido iguales.
Con mi hija Aminata, la mayor, todo fue fenomenal en todos los aspectos. Además de estar muy ilusionados con la llegada de un bebé a nuestras vidas, el embarazo iba muy bien, sin ningún problema. Y por si fuera poco, tuvimos la oportunidad de realizar un acompañamiento haptonómico. Todas las mujeres, en mayor o menor medida, establecemos una relación diferente con nuestros bebés, de la que, tristemente, los padres suelen quedar excluidos. La haptonomía ofrece a las parejas la posibilidad de que esa relación sea a tres. El padre de mis hijas es africano y, por tanto, la experiencia fue aún más notable, ya que culturalmente, el embarazo se vive de otra manera en su país.
El contacto con el bebé es tan intenso y a la vez tan actual que no nos dejó indiferentes a ninguno de los tres. Creo también que nos reafirmó en nuestra condición de padres.
Con mi segunda hija, Mareme, las cosas no fueron bien desde el principio. Al tercer mes de embarazo, mi pareja y yo decidimos separarnos. Y puedo asegurar que no es fácil asumir la maternidad en solitario, cuando no ha sido planteada así. Además, tuve algunos pequeños problemas con la cantidad de líquido amniótico, vómitos y lumbalgias, con lo que todo se complicó en poco tiempo. Mi tocólogo volvió a insistir en la haptonomía, pero yo no lo podía ver igual. No podía imaginar que iba a serme de gran ayuda en esos momentos. Y es que con todo lo que estaba pasando, me olvidé de que mi bebé necesitaba saberme ahí y sentirme cerca con el pensamiento y el corazón.
Gracias a la haptonomía, volví a reconciliarme con mi embarazo, y retomé una relación que comenzaba dentro de mí y que tanto mi hija como yo necesitábamos.
Y es que creo que los lazos que se establecen en estas sesiones perduran en el tiempo, tanto en el bebé como en los padres, y esa es quizá la importancia del acompañamiento haptonómico prenatal.
V.M.G.
Zaragoza, abril, 2002
COMENTARIO: Éste es el testimonio de una madre que ha vivido un acompañamiento haptonómico perinatal en dos circunstancias bien distintas, el primero con su pareja y el segundo tras una separación, es decir, sola y con todos los problemas afectivos y económicos que ello conlleva y que se manifiestan en un embarazo vivido con mayores dificultades y con ciertos problemas, que aunque vividos con angustia, se resolvieron espontánea y satisfactoriamente.
En el primero destaca la integración del padre en la tríada afectiva. La madre es consciente de cómo muchos embarazos transcurren sin que el padre participe y cómo el acompañamiento permite que el padre ocupe su lugar, su papel, su responsabilidad con total alegría y compromiso. "La haptonomía ofrece la posibilidad a las parejas de que esa relación sea a tres". Incluso, cuando el padre pertenece a una cultura muy distinta.
El contacto afectivo-confirmante "con el bebé es tan intenso y a la vez tan actual que no nos dejó indiferentes a ninguno de los tres". Destacamos esos dos aspectos del contacto thymotáctil, por una parte la intensidad y por otra la actualidad de la experiencia, lo que no les deja indiferentes. Además, nos dice que les "reafirmó en nuestra condición de padres". Bella expresión de lo buscado y conseguido en los acompañamientos.
Pero la separación de la pareja trae nuevos problemas: "puedo asegurar que no es fácil asumir la maternidad en solitario, cuando no ha sido planteada así". Aquí la madre nos da a entender la importancia de la relación afectiva a tres, esencial para el buen desarrollo del bebé. Aparecen problemas, que podríamos calificar de secundarios, desde un enfoque meramente médico, pero que angustiaron sobremanera a una madre ya angustiada por la separación. El ofrecimiento del tocólogo de reiniciar un nuevo acompañamiento es acogido con escepticismo (se trata de un acompañamiento altruista, ya que la madre no podía afrontar en ese momento de dificultades económicas un gasto suplementario), "yo no lo podía ver igual". Le faltaba su compañero. Y, además: "No podía imaginar que iba a serme de gran ayuda en esos momentos". La madre nos manifiesta, en su angustia que se olvidó de que su bebé "necesitaba saberme ahí y sentirme cerca con el pensamiento y el corazón". Eso es precisamente lo que necesitan todos los bebés tanto en los embarazos normales, como en los que cursan con cualquier dificultad, de cualquier índole. Habla de "sentirme cerca con el pensamiento y el corazón", es decir, de forma racional, y lo que es más importante, de forma afectiva: "con el corazón".
El acompañamiento haptonómico le devuelve el placer de vivir su embarazo, la madre lo describe perfectamente: "Gracias a la haptonomía, volví a reconciliarme con mi embarazo" y nos comenta cómo esa relación es una necesidad para ellas (madre e hija).
Finaliza comentando cómo esos lazos "perduran en el tiempo, tanto en el bebé como en los padres", lo que constituye la: "importancia del acompañamiento haptonómico prenatal".
En definitiva, el acompañamiento haptonómico perinatal ha permitido a esta madre abandonada, al inicio de su segundo embarazo, superar su angustia, su ansiedad y su rabia. Las dificultades económicas, las dudas, el miedo al futuro, quedan en segundo plano, no desaparecen, pero lo que importa y se instaura en su vida es la relación afectiva con su bebé, que se muestra terápica y le permite reconciliarse con su embarazo, es decir, con su hija, para vivir una relación intensa de ternura.
Lo terápico y preventivo de este acompañamiento es precisamente, que al establecer esta relación con su bebé, disminuyen los momentos difíciles, y se suavizan los efectos secundarios, es decir, disminuyen los engramas negativos tanto en la madre como en el bebé y aumentan los positivos; lo que tendrá una importancia capital en el desarrollo de una salud psíquica equilibrada en su hija y también en su hermana mayor. Por otra parte la madre adquiere la seguridad de base necesaria para poder vivir su nueva vida, tras la separación, sin traumas, aceptando las nuevas limitaciones que de esta forma, le permiten entrar en la vida con fuerza y vigor y dedicar lo mejor de sí a sus hijas.
Es preciso aclarar, que en los acompañamientos en los que el padre no está por el motivo que sea, la madre busca una tercera persona, que sin sustituir al padre (el padre es insustituíble) permita establecer una relación a tres, lo que es más educativo que una relación cerrada a dos.
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