ACOMPAÑAR AFECTIVAMENTE EL EMBARAZO
TESTIMONIO DE LA MADRE:
La primera vez que escuché la palabra “Haptonomía”, fue a través de mi hermana. Estaba embarazada y le habían comentado otra “preparación al parto” distinta a la gimnasia que más o menos todos conocemos.
Cuando decidió hacer “Haptonomía”, me explicaba lo que sentía y yo creía entenderla. Así que decidí que si algún día tenía un hijo, haría esa “preparación” tan maravillosa.
Ese día llegó y entonces comprendí que apenas había entendido las explicaciones de mi hermana, puesto que al sentir a mi bebé, un mundo de sensaciones se abrió ante mí y mi esposo.
No existe comparación alguna y no creo poder hacerme entender.
Sólo puedo decir que he tenido mucha suerte, al poder disfrutar y jugar con mi hijo Marcos, desde el quinto mes de embarazo y ver como mi esposo compartía esos juegos y nos uníamos cada vez más.
Marisa, madre de Marcos.
Zaragoza, 2001.
COMENTARIO: Resalta aquí la dificultad de transmitir los sentimientos inherentes a un acompañamiento haptonómico prenatal, incluso entre personas tan unidas como hermanas de edades similares. A pesar de lo anterior, Marisa comprende que se trata de algo nuevo y diferente que ella define como "esa preparación tan maravillosa", por lo que decide hacerla cuando llegue el momento. Y cuando llega el momento se da cuenta de "que apenas había entendido las explicaciones" de su hermana. Efectivamente lo vivido en los acompañamientos haptonómicos es muy difícil de explicar y de transmitir, ya que se trata de vivencias personales, ello justifica una vez más la exigencia absoluta de que dichos acompañamientos solo se realicen en la intimidad de la pareja. Otro aspecto importante es la descripción del acompañamiento como "juegos", y no como una técnica o un método de estimulación fetal. El acompañamiento haptonómico es precisamente eso: una vivencia de comunicación afectiva que "abre un mundo de sensaciones" que se comparte con el padre. Marisa se refiere varias veces al padre como participante activo del acompañamiento y cómo compartiendo "esos juegos" se unían cada vez más. Todo ello enlaza perfectamente con lo preconizado en los acompañamientos haptonómicos: la participación ineludible del padre y la mejoría en la relación de pareja.
TESTIMONIO DEL PADRE:
La mayoría de padres que conocemos "descubren" a sus hijos cuando nacen. El embarazo ha supuesto para ellos una espera larga y tediosa, llena no sólo de temores sino incluso hasta de auténticas pesadillas pensando en el momento de dar a luz.
Para nosotros no fue así. Cuando iniciamos hacia el quinto mes de embarazo las sesiones de haptonomía comenzó nuestra maravillosa relación con Marcos, nuestro hijo.
Desde los primeros ejercicios tomó sentido lo de la "afectividad a través del tacto". La barriga de mi mujer se convirtió en algo mío también desde el instante en que diariamente la recorría con mis manos jugueteando con mi hijo, transmitiéndole mi cariño, percibiendo todas las partes de su cuerpecito. ..
Mi mujer, por otro lado, tomó consciencia de que el parto le supondría a nuestro hijo un esfuerzo enorme y se preparó mentalmente para concentrar todas sus energías en ayudarle, “con mayúsculas”.
Cuando, por fin, lo tuvimos entre nuestros brazos fue como si ya nos conociera; de hecho, así era.
José, padre de Marcos
Zaragoza, 2001
COMENTARIO: Este padre nos describe su experiencia de forma clara y sencilla. Habla de cómo la mayoría de los padres "descubren" a sus hijos cuando nacen, lo que les supone una larga espera llena de "temores y pesadillas". Los que trabajamos con padres y madres que están esperando un hijo conocemos bien estos sentimientos de muchas madres y padres. José nos manifiesta como "para nosotros no fue así", ya que la comunicación afectiva establecida con el bebé supuso para ellos una "maravillosa relación". Existe también, como en el caso de Marisa, su mujer, un cambio en la relación de pareja, habla de "nuestro hijo" y de cómo "la barriga de mi mujer se convirtió en algo mío también". En este caso se pone de manifiesto la calidad del contacto afectivo thymotáctil, propio de los acompañamientos haptonómicos, en el que no existe caricia, ni masaje, ni "un tocar", sino la ternura como expresión de la comunicación afectiva. José nos habla también de "juegos" en el mismo sentido que Marisa.
Finalmente, cuando el bebé nace y pueden verlo y tocarlo de una forma directa, nos dice que para el bebé era "como si ya nos conociera; de hecho, así era". En los acompañamientos prenatales se da esta circunstancia, los padres ya conocen a su bebé antes del parto y el bebé los reconoce también. Es precisamente la calidad del tacto expresado por sus manos, la que permite que el bebé reconozca esas manos, y no otras y sepa que son las mismas que le contactaban antes, de forma que puede reconstruir la tríada afectiva: madre-padre-hijo/a que tanta importancia tuvo durante el embarazo, y que ahora le sirve de referencia y de elemento tranquilizador, en el inicio de su nueva vida, vida aérea y no exenta de dificultades. El reencontrarse con sus padres, de esta forma, le permite reforzar su seguridad de base y su autonomía, en un momento de especial importancia en su trayectoria como ser humano.
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